La esfera pública en el Internet y su caracterización como dimensión postmoderna.
Las dinámicas actuales de los medios de comunicación y el ejercicio democrático están causando notable preocupación entre académicos y movimientos sociales. Existen dos agentes comunicativos con potencial para resistir esta tendencia y subvertirla en pos de una intensificación democrática: por una parte el uso social de las Nuevas Tecnologías de la Información ha conformado un nuevo sujeto comunicativo. Por otra, los medios de titularidad pública, con su ideología de servicio público e interés por liderar la convergencia digital.
La esfera pública actual: medios y ejercicio democrático
Hoy Castells (2010) ha descrito cómo los medios se han convertido en el lugar desde el que el poder político y económico despliega sus estrategias. Herman y McChesney (1999, o McChesney, 2008) argumentan que la mayoría de redacciones periodísticas están en manos de grandes grupos económicos para los que ni el papel democratizador ni el servicio público son una prioridad.
El acelerado proceso de concentración empresarial de la última década ha influido negativamente en esta tendencia: "a medida que las operaciones de concentración, horizontal, vertical, diagonal y multimedia fomentan la rentabilidad de las empresas de medios el interés público tiende a desaparecer enteramente de su agenda de prioridades"(Trappei&Meier, 1991, en Bustamante, 2008:88). Almirón (2010) llega incluso más lejos y argumenta que los medios comerciales se han financiado y que esto implica, entre otros rasgos los siguientes: en primer lugar, incluyen en su actividad el mercadeo financiero, en segundo, un endeudamiento progresivo y sin precedentes. En tercer lugar, se produce la entrada de actores de la financiarización global en la estructura de propiedad de los grandes grupos de comunicación (banca de inversión). Y en cuarto lugar, las entidades financieras tienen presencia en los consejos de administración.
Por otra parte, en la Teoría de la Democracia también se aprecia la existencia de numerosas voces prestigiosas que alertan de los actuales déficits de las sociedades democráticas y reivindican una democracia más participativa, algo que ha sido descrito como "el giro deliberativo" (Dryzek, 2000). John Rawis, Jürguen Habermas, y Hannah Arendt son los tres teóricos más influyentes que han defendido el uso público de la razón por amplias capas de la sociedad civil, y un sistema en el que los asuntos públicos sean abordados gracias a la deliberación ejercitada entre todos los agentes sociales implicados en cada cuestión (Velasco, 2009:26-77).
La teoría de Jürgen Habermas sobre la Esfera Pública aparece en su mayor parte en "Historia y crítica
de la opinión pública"(1981). Habermas argumenta que hacia el siglo XV en Londres, comienza a ejercitarse el uso público de la razón en salones de té y de café. Esto contribuye a que emerja la noción de opinión pública, y está relacionado con el desarrollo de la prensa, que a su vez contribuye a la evolución del sistema parlamentario inglés. En este proceso se configura una Esfera Pública que permite la relación entre el sistema político de democracia representativa, la prensa y la opinión pública.
Creemos que la Esfera Pública, el espacio público estructurado en virtud de los medios de comunicación, ha de corregir un desequilibrio que, según ilustran los autores mencionados (entre otros muchos) favorece a las élites. Desde esta perspectiva observamos que existen dos tipos de medios con importante potencial para contribuir a tal reto: los nuevos medios alternativos o de periodismo ciudadano que internet ha hecho posibles, y los medios de radiotelevisión públicos, que ahora también ofrecen servicios en la Red.
Medios de Servicio Público y Esfera Pública
Tratar los medios públicos, es decir hasta ahora la Radiotelevisión Pública, desde la perspectiva de la Esfera Pública tiene solera histórica y tradición teórica (Ramsey, 2010:1). En el ámbito anglosajón prestigiosos autores como Curran (1991), Garham (1986) y Scanell (1989) argumentan que la radiotelevisión pública británica encaja a la perfección con la narrativa habermasiana de la Esfera Pública. Incluso, James Curran 6 (1991: 42) ha llegado a manifestar que el sistema de radiotelevisión
británico ofrece un ejemplo mucho más claro que la prensa londinense del siglo XVIII, polemicista y sectaria.
El modelo de Radiotelevisión Pública europea reposa en tres características esenciales: La primera es que está estrechamente ligada a la concepción del Estado del Bienestar nacido en la postguerra, centrado en la protección pública frente a contingencias materiales como la salud, el empleo o la edad avanzada y que, complementariamente, desarrollaron legitimidad para ofrecer acceso equitativo a la educación, la cultura o la información. Junto a las escuelas, bibliotecas, museos se inserta la radio televisión pública. La segunda idea definitoria es que el sector audiovisual y toda la comunicación social, es transcendente en términos políticos y culturales, y por ello se le dota de un marco regulador que también concierne a los canales privados, y que anteponen el interés público al de mercado. La tercera sería la extensión a toda Europa, desde la tradición anglosajona, de organismos de regulación audiovisual (Bustamente, 2008:83).
La Radiotelevisión Pública es, por tanto, el espacio mediático natural que debe procurar que la Esfera
Pública sea lo más sana e inclusiva posible. Los medios de titularidad pública, además son el "agujero negro" del sistema de medios, es decir, en la galaxia mediática ocupan el incierto lugar de lo que"debe ser", sobre el que gira el resto del sistema (Callejo, Lamuedra y G. Matilla, 2010: 170-172). En otras palabras, los medios públicos influyen notablemente en el ecosistema comunicativo.
Las corporaciones de radiotelevisión pública han de buscar legitimidad con respecto a tres actores sociales: el público, los canales de la competencia y la dimensión política. Las relaciones con estos tres agentes enmarcan los debates sobre la financiación de las instituciones.
En los últimos tiempos, este marco de referencia está siendo fundamental en el desarrollo de nuevos servicios online por parte de las Corporaciones de Radio Televisión Pública de diversos países europeos.
A modo de conclusión
La sociedad actual tiene el reto de mejorar su calidad democrática, lo cual implica alterar los mecanismos mediante los cuales los ciudadanos conforman su opinión y los procesos de toma de decisiones. Las dinámicas actuales de los medios de comunicación lastran este posible proceso, especialmente en la medida en que la concentración empresarial o la financiarización de los medios, potencia su alineamiento con los más poderosos, cuya selección e interpretación de los acontecimientos se torna ubicua.
Sin embargo, existen dos agentes comunicativos que tienen potencial para resistir y subvertir esta tendencia: por una parte, los nuevos movimientos sociales, los medios alternativos, el periodismo ciudadano y el uso de las redes sociales, conforman una suma cada vez más influyente en La Esfera Pública. Por otra, los medios de titularidad pública, con su ideología de servicio público están prestando atención a las demandas participativas de la sociedad, lo cual ya se percibe en su estrategia de acercamiento al ciudadano y en la forma en la que muchas operadoras europeas están liderando la convergencia digital.
No obstante, falta un sistema de referencia más amplio que haga explícito hasta qué punto la alianza que proponemos es de sentido común. Se trata de un marco conceptual que relacione el periodismo clásico que desde los años 60 ha sufrido constantes críticas en foros académicos y periodísticos con la democracia representativa, y que por otra parte, concrete un nuevo modelo periodístico adecuado a una democracia más participativa, que aune el consenso necesario para tornarse hegemónico. Bajo ese nuevo modelo, la función de los medios públicos (y también de los comerciales) sería conectar las voces de las comunidades locales y virtuales con el espacio público mayoritario mediante procedimientos transparentes que gocen de amplio consenso.
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